Bienvenido seas, hermano. Tras estos muros, vuestro espíritu hallará el reposo y el sosiego que tanto ansía. Poneos a salvo, os pido, de los poligonales ardides que viene usando el Maligno, ya desde hace algún tiempo, para su perverso fin de confundir nuestras pecadoras almas, de extender un sombrío manto de desconcierto sobre este pobre mundo, ya viejo. Entrad, entrad sin dudarlo más, sed con nosotros partícipe de la paz de esta Abadía…